Las últimas
inundaciones en la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano Bonaerense no solo
dejaron devastación, tristeza y un sinfín de preguntas.
La Argentina creció
durante años a tazas chinas ¿Se aprovecharon adecuadamente esos recursos?.
Tanto el Gobierno Nacional como el Provincial y el Metropolitano llevan años de
gestión, ¿Es lícito aún seguir cargando
culpas a las administraciones anteriores?. Se habla que meteorólogos no dieron
el alerta con la celeridad y precisión requerida, ¿nos faltan recursos para
realizar correctamente ese trabajo?. Estos y tantos otros cuestionamientos no
han sido respondidos todavía.
Recuerdo, a
principios de la década del ´90 cuando se inundó la ciudad de Carhue. Los
pobladores alertaban a las autoridades que “el agua venía”, pero obtuvieron por
respuesta del entonces gobernador provincial que “era solo miedo infundado de
la gente”, “que era solo pánico, algo psicológico”. Comprendieron tiempo
después que la psicología en Carhue, moja.
Esta catástrofe
reunió las dos caras de la moneda: la valentía y entrega de los vecinos y entes
gubernamentales, y la desidia de algunos funcionarios.
¿Aprendimos esta
lección, o debemos esperar a una nueva tragedia?
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